
El se sabía un camino
que le enseñó una sirena...”Mira
cuando nuestras Castillas,
la tuya que mira al sur
con los ojos entornados por encima
de las canciones del mar y de la pesca,
y la mía que anhela el norte
con su acento castellano y el sabor
de chumbos y desiertos en el alma,
se encuentran levemente en el lecho,
hay un retumbar de cascabeles y de coplas,
un resonar de nostalgias y de cuentos,
un bullicio silencioso de poemas nunca dichos.
Luego, marineros en tierras de negocios,
comunicadores por las ondas y frecuencias,
soñadores de libertades y justicias,
nuestras barcas inestables y devotas
chocan sus remos vigorosos
en un claquetear de suspiros y leyendas,
de ilusiones infrecuentes, de versos
que a pocos ilusionan o interesan.
Pero la magia de las sirenas
de nuestras coplas infantiles y perpetuas,
de nuestros idénticos sacrificios y fracasos,
elevan nuestras voces al compás
de tárantos y de dudas, de soleares
{y de amores de antemano compartidos.}
Ambrosio. He. Ve.
UN POEMA DE UN AMIGO